A Dublín le debo una.O varias. Varios cientos de fotos, varias pintas, varias expediciones exploratorias fuera de las zonas más turísticas, otra botellita de Writer's Tears y un buen desayuno con un té negro fuerte con leche y unas baked beans.
A Dublín le debo una visita con buen ánimo, con buena compañía (ya que de la anterior aprendí que mejor solo que mal acompañado), y como suelo cumplir lo que prometo, Dublín puede estar seguro que iré a ajustar cuentas.
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